martes, 15 de enero de 2008

Las granadas: símbolo de la fertilidad y del amor conyugal

La granada, fruta dulce y refrescante, se consumía ya en el antiguo Egipto y los árabes la consideraban el símbolo del amor. Originaria de los países del Este y de Oriente se consume desde los Balcanes hasta el Himalaya.
Llamada “joya de invierno”, la granada es del tamaño de una naranja o manzana, tiene una cáscara dura, está llena de semillas translúcidas de un rojo escarlata, que son las partes comestibles del fruto. El jugo de las semillas es delicado, dulce-ácido. En cambio la membrana que encapsula las semillas es blanca, esponjosa y tiene un sabor muy amargo.
Esta fruta tiene un alto potencial antioxidante, ideal para combatir enfermedades, por lo tanto es una importante fuente de salud.
En la tradición hebrea, las granadas adornaban las vestimentas de los sacerdotes de alto rango.
Los antiguos persas creían que las semillas de granada volvían a sus guerreros invencibles, y en China que daban longevidad.
Granadas y fertilidad han sido asociadas desde tiempos inmemorables; granada en latín y significa “fruta de muchas semillas”.
En un famoso mito griego el dios del sub-mundo Hades rapta a Perséfona, la hija de la grande diosa de la naturaleza Deméter. Pero el dios del infra-mundo, obligado por el poderoso Zeus, deberá dejar subir a la Tierra a su amada para que visite a su madre en el Olimpo. Hades, entonces, para asegurarse el regreso de Perséfona, le da a comer una granada para que no se olvide de él y de volver a su lado. Puede que fuera a partir de este antiguo mito, que la jugosa granada empieza a ser el símbolo de la fidelidad conyugal y del amor.
Este fruto se acostumbra comer en las fiestas navideñas para atraer la prosperidad.

Gelatina aromática de granada

Ingredientes:
(para 4 personas)

1,5 kg de granadas
una naranja
5 dl de vino rosado dulce
20 g de gelatina en hojas
100 g de azúcar
una pizca de canela y una de clavo molido

Ante todo desgranar la fruta quitándole bien toda las pieles blanquecinas.
A continuación exprimir el zumo de la naranja y guardarlo.
Poner a remojo las hojas de gelatina en agua fría unos 5 minutos. Verter el vino en una cazuelita, añadir el azúcar y llevarlo a ebullición. Unir el zumo de la naranja, la canela y el clavo molido, las semillas de granada, mezclar y sacar del fuego. Incorporar la gelatina exprimida del agua y mezclar con una cuchara hasta que esté bien disuelta.
Poner el preparado en 4 moldecitos individuales (o uno de Plum cake) y dejar enfriar. A continuación cubrirlos con film trasparente y dejar en la nevera unas 12 horas.
Antes de servir, sumergir unos minutos los moldes en agua caliente, volcar las gelatinas en platitos y servir.

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