sábado, 12 de enero de 2008

Sal: contra los malos espíritus y para atraer la buena suerte.

La sal es un elemento de la tierra, un compuesto de sodio que desde la antigüedad se ha considerado protectora frente a los maleficios y portadora de buena suerte. Puede que esta superstición esté relacionada con la importancia de la sal como conservante de alimentos. Además la sal simboliza la alianza del hombre con la divinidad, aspecto que queda destacado en la Biblia (Lev. 2, 13).
Se cree que cuando hay sal en una casa siempre habrá dinero y si se echa sal en los rincones de las cuadras el día primero de abril se evitarán las enfermedades del ganado.
La sal, como potente amuleto, se utilizaba en rituales dibujando un círculo de sal alrededor de aquel que deseaba protegerse contra el diablo. Este círculo era llamado "círculo mágico".
Si se quiere contrarrestar el mal de ojo se deben bañar en agua con sal las plantas de los pies y las palmas de la mano tres veces, después se beben tres sorbos del agua salada y se echa al fuego lo que queda de dicha agua.
Hay sin embargo un remedio muy conocido para conjurar la mala suerte: echar una pizca de sal por encima del hombro izquierdo, porque de este modo se ciega al diablo y a los malos espíritus.
Era costumbre echar sal al fuego cuando entraba en casa una persona sospechosa de dedicarse a la hechicería, o echar sal en el umbral después de su partida.
Se creía antiguamente que poniendo un plato con sal debajo de la cama de un enfermo ésta absorbería el mal y protegería contra la enfermedad. Para evitar que un niño sin bautizar fuera objeto de hechicerías se ataba a sus ropas un saquito con un poco de sal cuando se le ponía a dormir en su cuna.
Un refranero dice: "Derramar el vino es buena señal, pero no la sal"; "Si se vierte el salero, faltará la razón, pero no el agüero"; "Verter el vino es bueno, derramar la sal, mala señal". Algunos creen que esta creencia procede de la Última Cena, en la que Cristo cometió tal torpeza.

Dorada a la sal para 4 personas

Ingredientes:

4 doradas de unos 300 g cada una
1 kg de sal gruesa
unas rodajas de limón
unas hojas de laurel
unas ramitas de eneldo fresco (opcional)


Limpiar, lavar y secar bien las doradas, que deben estar enteras y sin descamar.
Cubrir el fondo de una fuente de hornear con sal gruesa. Mojar la sal con un poco de agua. Colocar las doradas encima de la fuente, introducir en el hueco de las tripas unas rodajas de limón y unas hojas de laurel, cerrarlas bien, colocar encima las ramitas de eneldo y cubrirlas con el resto de la sal hasta que queden totalmente tapadas.
Introducir en el horno precalentado a 200º, unos 30/35 minutos, hasta que la sal se rompa un poco.
Retirar el caparazón de sal y servir la dorada acompañada de salsa alioli y una ensalada fresca.

CONTINUACIÓN DE LAS RECETAS DE LA SUERTE

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