viernes, 2 de mayo de 2008

Calorías necesarias y falsos mitos sobre los hidratos de carbono

El creciente culto a la belleza y la delgadez como condicionantes para conseguir el éxito hoy día, ha hecho que surjan en torno a la alimentación una serie de creencias erróneas que lo único que consiguen es confundir a las personas que quieren perder peso y mejorar su salud. Muchos de estos mitos no se basan en serios conocimientos científicos, y la mayoría están propiciados por intereses comerciales y económicos.
Los tópicos que dicen que los alimentos hidrocarbonados son malos y engordan, contradicen otra idea que se va pregonando mucho por ahí ultimamente: de que la dieta Mediterránea, basada en el trigo, aceite de oliva y vino, sea una de las más saludable del mundo. Efectivamente, creo que no existen alimentos que engordan por sí solos, sino que somo nostros que “nos” engordamos según qué y cómo los comemos.
Desde siempre se ha dicho que los hidratos de carbono constituyen la principal fuente de energía para el organismo. Cada gramo aporta 4 Kcal, igual que las proteínas, frente a las 9 Kcal./gramo que aportan las grasas. Los alimentos que proporcionan hidratos de carbono son los cereales y derivados (pan, pasta, harinas), las legumbres, patatas, más algunas verduras y frutas. Estos alimentos deben representar entre el 50 y el 60% de la energía total diaria para que el cuerpo humano funcione correctamente. El organismo necesita una cantidad mínima diaria de hidratos de carbono y ante su ausencia recurre a otros nutrientes como fuente de energía (proteínas y grasas), pudiendo provocar daños irreparables al organismo.
Todos (o casi todos) los alimentos pueden engordar si se consumen en exceso. Se puede comer todo tipo de alimentos sin engordar, siempre que se coman las cantidades apropiadas de cada uno de ellos.

Fettuccini con ragú de calabaza y tomate: 275 kcal porción

Ingredientes para 4 personas:

300 g de fettuccini
un chalote
300 g de calabaza limpia
un diente de ajo
4 tomatitos maduros
unas hojas de salvia fresca (2 ó 3 ramitas)
5 cucharadas de aceite de oliva
sal y pimienta molida

Poner un poco de agua al fuego y cuando rompe el hervor tirar los tomates, dejarlos un minuto y sacarlos. A continuación, quitarles la piel, partirlos en dos, extraer las semillas y cortarlos en taquitos pequeños.
Pelar el chalote, picarlo finamente y freírlo en una sartén con 3 cucharadas de aceite.
Cortar la calabaza en taquitos pequeños y añadirlos al sofrito. Dejar cocer unos 4 ó 5 minutos.
Unir el tomate, salpimentar al gusto y dejar al fuego medio unos 15 minutos, mezclando de vez en cuando y añadiendo un poco de agua caliente si se reseca demasiado.
En una pequeña sartén, freír el diente de ajo pelado, entero y aplastado, junto con las hojas de salvia. Cuando ambos ingredientes se presentan doraditos, sacar el ajo y apartar del fuego la sartén.
Cocer la pasta en abundante agua salada, escurrirla y condimentarla con el ragú de calabaza y tomate, completar con las hojas de salvia fritas y su aceite aromático, revolver delicadamente y servir.

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